Profesionalidad ante todo

por | 12 de noviembre de 2010

La traducción es una especialidad que requiere de grandes conocimientos. Un traductor, si realmente es bueno, es capaz de traducir absolutamente cualquier cosa, desde textos generales de divulgación como artículos periodísticos hasta textos médicos de especialidad en angiogénesis, por ejemplo, pasando por obras literarias de diversa temática, textos y manuales técnicos como instrucciones de lavadoras, etc.

            Así es el trabajo de un traductor. Siempre tiene que estar renovándose y formándose en distintas materias, pues es obvio que no se puede traducir sin saber de lo que se habla, pero lo que caracteriza realmente a un traductor profesional es su capacidad para, con unos conocimientos sobre el tema, traducir el texto como si de un especialista en el materia se tratara. Por eso existe una formación especial para los traductores, que ya es una profesión titulada como la de la abogacía, la enseñanza o la medicina.

            Los parámetros que guían la traducción es un perfecto conocimiento de la lengua de origen y un dominio absoluto de la lengua de llegada, pues no se puede traducir bien si no se conoce la lengua en cuestión. No hay que olvidar que esos textos van a ser leídos por un lector, que enseguida se va a dar cuenta de cualquier particularidad que le sea extraña en su lengua. Si se trata de un profesional, esto no ocurrirá. Por eso es sumamente esencial recurrir a expertos cuando se necesita una traducción de español a inglés, a alemán, a italiano… Hay que confiar en un buen traductor. Documentos de todo tipo serán traducidos con la máxima calidad.