Errar es de sabios

por | 15 de marzo de 2011
Cuando uno termina la educación secundaria obligatoria debe hacer frente a una cuestión con la que se han encontrado nuestros progenitores; ¿qué nos depara el futuro?  

Sin contar con mucha práctica en el tema, los adolescentes escogen algo importante, que tendrá un profundo efecto su futuro inmediato y lejano. Las alternativas son muchas: empezar a trabajar, estudiar bachillerato, llevar a cabo un ciclo formativo de grado superior o prepararse para hacer una carrera. Cualquiera de ellas es igual de válida, pero todas precisan de una entrega distinta y implican un tipo de vida muy determinado.

Antes de decidir tienen que considerar todas las ventajas e inconvenientes, estar informados de cuál es la situación económica de sus tutores legales y qué es lo que más se adecua a ellos según sus preferencias, inteligencia y y otras competencias. En determinadas ocasiones es muy difícil llegar a saber cómo es uno mismo, que es lo lo que le agrada o se le da bien, y si verdaderamente sus sueños responden a perspectivas asequibles en el futuro.

Sea como sea, al final todos acabamos decidiendo. Algunos sin presión externa y encantados con su decisión; otros a la fuerza y descontentos. A parte de esto, hay gente que se arrepiente de su elección al cabo de los años y cree que ya no está a tiempo de volver atrás. La verdad es que aunque no es posible volver hacia atrás físicamente hay actividades que pueden retomarse, si las circunstancias así lo proporcionan.

Si se tiene un horario reducido o una ocupación flexible siempre hay la posibilidad de cursar algún curso a través de la red, que nos permita estudiar lo que nos gusta realmente y que, por diversas circunstancias, no pudimos realizar años atrás. También hay quien tiene la posibilidad de pedir una excedencia y viajar a otro lugar para acabar de afianzar ese idioma con el que lleva tanto tiempo luchando.

Esta posición también se puede aplicar a nuestro ámbito personal, siguiendo la máxima del “nunca es tarde” no teniendo miedo para volver a enamorarnos, iniciar clases de canto o todo lo que nos satisface.