Los techos del mundo

por | 4 de mayo de 2011

En la parte latinoamericana se reconocen singulares creaciones. La cúpula de la Catedral de Puebla, en México, con su tambor octogonal, ordenado con pilastras jónicas, fue la primera de este tipo que se realizó en la Nueva España. Y fue además la única construida con piedra pómez, lo que le dio una singular ligereza estructural.

Buenos Aires es pródigo en cúpulas. No tan antiguas pero singularmente deslumbrantes. Sobre la Avenida De Mayo está la mayor concentración. Estilos arábigos y españoles se mezclaron con el art noveau.

La cúpula del Congreso de la Nación es la más grande de la ciudad. Se eleva 65 metros sobre el Salón Azul del Congreso y 85 metros del nivel de la calle. Está revestida en cobre y trabajada en mármol con rosetones en su interior.

Los arquitectos rusos, para evitar la acumulación de nieve, crearon la cúpula acebollada. Sobresale la de la Catedral de San Basilio, en Moscú, edificada a mediados del siglo XVI. Sin embargo, se asocia ese magnífico estilo con el azul de las cinco cúpulas acebolladas con estrellas doradas de la iglesia ortodoxa rusa de la Santísima Trinidad, de estilo moscovita del siglo XVII, y que está frente al Parque Lezama, en Buenos Aires.

Curiosamente, además de las grandes cúpulas existen las llamadas cúpulas falsas, usadas originalmente como viviendas. Por ejemplo, las jurtas que aún sobreviven en Asia. Además, tienen el mismo sistema los trulli y los muraghi, esos misteriosos “templos” que aún perviven en Cerdeña.

Estas falsas cúpulas son anteriores a las que se incorporaron a los grandes templos. En España uno de los monumentos megalíticos más antiguos que se conocen, está en Antequera y fue construido en el 1800 antes de nuestra era. Seguramente buscaban reproducir en esas construcciones la gran esfera celeste; una forma, de alcanzar el cielo.