La traducción y la metodología apropiada

por | 25 de marzo de 2011

La traducción consiste en transmitir fielmente, en otro idioma, una idea comprendida en un enunciado de origen. La práctica es cada vez menos simple y los profesionales se dan cuenta, a menudo, de que la operación a veces no puede prescindir de una forma de traición. Una recopilación de las buenas prácticas permite esquivar los engaños más funestos.

Transmitir la actitud del texto original es la clave de la traducción profesional

Independientemente de si se trata de la traducción de un sitio web o documentación técnica, la operación tiene que responder al mismo principio: transmitir fielmente la idea del texto de origen. La idea no consiste solamente en alinear signos lingüísticos, sino que hay que tener en cuenta el tono, el registro y otras normas que componen el contexto del mensaje original.

La traducción cumple plenamente su función de puente de la comunicación. En este sentido, el traductor debe controlar los elementos que se ponen en marcha en la situación comunicativa donde interviene. La traducción profesional, o lo que se proclama como tal, debe incluir esta cualidad para dar el sentido del texto origen al texto de destino. También tiene que saber transmitir, en la versión final, los múltiples matices que han caracterizado la producción del mensaje en la lengua de destino. El texto de destino tiene que provocar la misma reacción que el texto de origen.

Una buena metodología para facilitar la traducción técnica

El caso de la traducción técnica merece una atención especial. Como su nombre indica, esta modalidad engloba varios textos relevantes de sectores específicos. La comunicación, en este ámbito, utiliza las herramientas lingüísticas más precisas, sobre todo en los léxicos y la terminología propia. La traducción de estas unidades lingüísticas constituye siempre un dilema para los traductores que ignoran el contenido especializado de determinados ámbitos.

Para evitar esta situación, es necesario recurrir a cierta codificación. La creación de una memoria de traducción es un ejemplo de una buena metodología de traducción, capaz de hacer que la traducción técnica sea menos disgregada y más estable. Menos disgregada porque basta con que el traductor se sirva de los significados recurrentes presentes en esta base de datos. Más estable porque la memoria de traducción constituye una especie de referencia común desde el punto de vista de una especialidad determinada. Funciona como un glosario terminológico más elaborado y sensible a las variaciones contextuales.

Una cuestión de metodología

Por último, la traducción sigue siendo un proceso que engloba el sentido y la metodología. La búsqueda de una codificación de la metodología, más extendida, se presenta como una medida racional para evitar errores. Cuando la comunicación es transparente entre los clientes y la agencia encargada de la traducción de un sitio web, por ejemplo, una gestión codificada con una estructura fija asegura un resultado a la altura de las expectativas.

Una presentación organizada de la versión del archivo original y una descripción clara de las expectativas por parte los clientes constituyen un primer paso para facilitar la labor de los traductores. Por otro lado, la agencia de traducción tiene la responsabilidad de aportar los servicios de un especialista de la traducción en su lengua materna. La presencia de un locutor nativo en el equipo de colaboradores garantiza que se eviten las trampas inducidas por los matices lingüísticos. Solamente un locutor que domina todas las referencias culturales de la lengua es capaz de anticipar las posibles ambigüedades de los términos.