A la hora de desarrollar un nuevo proyecto empresarial es muy común que el empredor se vea absolutamente sobrepasado por el volumen de gastos fijos necesarios. Es un mal común muy extendido y que frustra un porcentaje nada desdeñable de ideas empresariales válidas. A veces la falta de liquidez puede convertirse en nuestro peor enemigo. Evidentemente el ingenio y la capacidad de innovación estructural pueden permitirnos llevar adelante proyectos empresariales con un bajo coste, simplemente hace falta creatividad para encontrar las soluciones existentes y aprovecharlas en beneficio de nuestra empresa.
Una de los conceptos más interesantes y que mejor sintetizan esa creatividad al servicio del ahorro de recursos es el de oficinas virtuales. Cuando hablamos de una oficina virtual podemos discernir dos ámbitos diferenciados pero que pueden coexistir perfectamente.
En primer lugar nos referimos al lugar físico dónde se desarrolla la actividad de la empresa que, en las oficinas virtuales, no es la oficina tradicional. Como sustitución la oficina virtual plantea un ahorro de costes en arredramientos y suministro a través de un organización del trabajo “no presencial” y en red, que utiliza espacios físicos (normalmente de alquiler) únicamente para actividades muy específicas (reuniones con clientes etc..)
El segundo ámbito que engloba el concepto de oficina virtual es la virtualización, a través de la externalización, de diferentes funciones de administración y gestión básicas de cualquier oficina y entre las que destaca principalmente la recepción de llamadas por telesecretarias o asistentes virtuales.
A través de las oficinas virtuales muchos emprendedores encuentran una forma de llevar adelante sus proyectos sin tener que preocuparse en exceso de los ingentes costes que implican el espacio de la empresas y las funciones operativas básicas. De hecho existen numerosas empresas de secretaria virtual capaces de ofrecer estos servicios.