La lucha contra el estrés en la oficina

por | 10 de noviembre de 2010

El ámbito laboral se ha transformado completamente en los últimos 30 años. Los avances tecnológicos, como el surgimiento del ordenador y la dominación de internet, han modificado para siempre nuestro entorno laboral y manera de trabajar. Hoy en día, lo típico es trabajar en una oficina 8 horas diarias, escondido detrás de pantallas y mamparas de oficina, aislados y estresados. Hay más presión laboral que nunca: las constantes innovaciones tecnológicas exigen una actualización incesante de nuestros conocimientos, hinchan nuestras expectativas de cuánto trabajo podemos hacer, y cuando se trata de comunicarse exclusivamente por correo electrónico, nos aíslan de nuestros compañeros de trabajo.
Pero el estrés laboral se puede combatir, lo esencial es reconocer sus causas. Cada oficina, como cada persona, es diferente, pero se puede identificar unos rasgos en común. El estrés laboral suele basarse en sentimientos de inseguridad, relacionados con el miedo de fallar y no poder cumplir con los objetivos. Una de las mayores maneras de luchar contra el miedo de fallar es promocionar y facilitar el diálogo entre empleados, porque eso facilita la creatividad. Varios estudios realizados en los EE.UU. demuestran que la colaboración laboral favorece la imaginación y la creación de ideas nuevas, y como consecuencia sentimiento de satisfacción, entre trabajadores. Así que lo mejor es organizar la oficina para favorecer la comunicación. Hay varias maneras de hacerlo, como por ejemplo usar exclusivamente mamparas de oficina de vidrio, o crear un espacio comunal con una mesa redonda, o unos sofás, en el que los trabajadores pueden reunirse de manera informal, y socializarse durante el descanso.
Otra solución potencial es dejar a los trabajadores decidir sus propios objetivos diarios, para que no se sientan sobrecargados con una lista de tareas imposible de finalizar. Estudios demuestran que algunos trabajan mejor por la mañana y otros son más productivos por la tarde, así que lo mejor es dejar a cada empleado decidir su propio ritmo de trabajo. Esto le demuestra al empleado la confianza que su jefe tiene en él, y además le deja trabajar más libre y productivamente, según su ritmo natural. Además, dejar a los empleados trabajar en grupos un día de la semana por ejemplo, puede romper las barreras entre trabajadores, y favorecer el uso de la imaginación. Lo importante es acabar con las sensaciones de aislamiento y sobrecarga, y promover la creatividad creando un ámbito laboral más abierto.