La actitud también favorece la concepción

por | 20 de septiembre de 2010

Cuando una pareja decide que es hora de procrear y convertirse en padres, deben estar preparados para que la relación entre ellos cambie, y a veces no para mejor. Aún antes de la llegada del bebé, esa persona que aún no es física, comienza a tener una influencia palpable en la vida de ambos, convirtiéndose en un importante factor de estrés que altera la manera en que la pareja se manejaba hasta ese momento. Mucho más difícil se torna la convivencia cuando existen indicios de problemas para lograr embarazo.

Por lo general, los conyugues suelen caer presas de la ansiedad, al ver que pasan los meses y el embarazo no llega. “¡Pero mi abuela tuvo 10 hijos!” o “Mi hermana quedó embarazada al primer mes de buscarlo” son frases que se escuchan habitualmente. La decepción es el preámbulo de reproches mutuos. Y así, la relación se va enturbiando en una espiral de malestar y distanciamiento. El silencio se impone y, poco a poco, la pareja de amantes que antes se prodigaban mieles es reemplazada por una pareja de extraños, que sienten que poco tienen en común. Este es el momento preciso de detenerse un momento y tratar de cambiar la situación.

Lo primero que debe volver a imponerse es el diálogo. Tomarse un tiempo para conversar es lo más saludable que ambos pueden hacer. Sin embargo, esto no significa que el tema del embarazo deba dominar sus vidas. Los problemas fertilidad suelen ser una verdadera prueba de fuego para cualquier pareja, pues no se trata de una situación puntual, sino que la escena de desencanto y decepción se repite inexorablemente mes tras mes. El evitar que el embarazo –o la imposibilidad de lograrlo- domine todos los temas es un error en el que la mayoría de las parejas cae, pero que puede poner en jaque una relación que en otro momento era perfecta. En consecuencia, es necesario tener mucho autocontrol, y tratar de diversificar los intereses, buscar momentos en común, y otras motivaciones distintas para revalorar a la persona que está con nosotros.

El decidirse a consultar un profesional o acudir a clinicas fertilidad cuando la concepción no llega como se espera, suele ser la medida más acertada en estos casos. Pero, no todos están dispuestos a aceptar que existe un problema, y que es necesario arbitrar los medios para lograr la resolución del mismo. Esta actitud solo dañará a la pareja, pues, como en muchas ocasiones de la vida, el reconocer que existe un problema, es el primer paso para encontrar una solución.