Beber vino es consustancial a nuestra cultura

por | 29 de abril de 2015

Como los españoles a veces tenemos ciertos complejos, terminamos por creernos lo que cuentan de nosotros. De esta forma la leyenda negra se convierte en verdad punto por punto, aunque como ya demostraran autores como Mathew Restall, todo se deba más a un ataque de los países que en aquellos tiempos eran enemigos que a una verdad simple.

Por eso no nos sorprende el que los jóvenes de hoy en día se decanten por bebidas que no tienen nada que ver con la tradición mediterránea. Hemos sustituido el vino, el rúbeo licor, el néctar de Baco, por bebidas espiritosas de alta graduación y efectos perniciosos. Y sinceramente, tal cuestión a nosotros nos parece una auténtica barbaridad y un despropósito cultural.

En primer lugar, pensamos así porque nuestro país es líder en producir un vino de calidad y en dar trabajo a muchas personas que viven de esto, desde las bodegas a empresas auxiliares como gruartlamancha, que se dedica a la fabricación de vino. Si no consumimos este tipo de alcohol, ¿qué será de esta parte de nuestra economía? Pensamos que habría que ir despertando en los jóvenes el gusto por disfrutar de una copa de vino, de saber cómo beberla, cómo mirar ese licor, cómo olerlo, como degustarlo… De esta forma lograremos una forma de actuar mucho más inteligente.

Por otro lado, tenemos que ser conscientes que  el exceso nunca es bueno, y como no queremos que estamos haciendo una apología del consumo desmedido, queremos matizar nuestras palabras, diciendo que lo que hace falta, ante todo, es un consumo responsable. Pero lo que también es fundamental es conseguir que el vino entre poco a poco en la cultura del ocio de los chavales mayores de edad, y éstos puedan disfrutar con una copa de vino que les sepa a gloria, en la que puedan descubrir los matices interesantes que tiene este licor y con la que entiendan que eso que están bebiendo, eso que moja su garganta, es un producto de dioses que viene desde muy antiguo.

Toca pues reeducar a nuestros jóvenes en dos cosas: moderación al beber y, sobre todo, saber que el vino está ahí como un producto de siempre, que es un valor de nuestra economía y que sus matices, sabores y texturas no los tiene ningún otro producto de hoy en día. Estaría bien que trabajásemos en esa dirección, porque seguramente de hacerlo así seguiríamos transitando por la senda correcta de la cultura mediterránea.