Un fin de semana en Doñana

por | 8 de septiembre de 2009

Bueno amigos, llegó el otoño, con su bendito clima en las tierras de Doñana, donde el buen tiempo, el justo calor, y el frescor de las noches, son la mejor opción para aprovechar nuestras vacaciones, o un simplemente pasar un fin de semana, sin el hastío del caluroso agosto, y su legión de veraneantes.

Si amigos, llegó el otoño, una estación ideal para pasear y visitar cualquier rincón de nuestra provincia, y por ello hoy os propongo compartir mis experiencias, durante un fin de semana en el Rocío.
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Heme pues aquí, llegando un viernes por la tarde, a la aldea del Rocío, algo cansado, pero ansioso por descubrir una forma diferente de hacer turismo, en  un entorno tan peculiar como Doñana.

Quien sabe porqué, pero el destino a veces, y la curiosidad otras, nos hace seguir o caminar por uno u otro sentido en nuestro viaje, y que os voy a decir, no me pude conformar con algo a pié de carretera, mi sentido común me llevó, hasta los límites de la Marisma, a las puertas de Doñana, de bruces, con el Hotel Toruño, un maravilloso establecimiento enclavado en pleno corazón de la marisma, y puerta de entrada hacia nuestro disfrute, en un maravilloso e inolvidable fin de semana.b

Andrés, su director, nos atendió amablemente a la llegada, y una vez nos acomodó en una de sus amplias habitaciones con vistas al parque, nos detalló el plan previsto en nuestra hoja de ruta para estos dos días.

A la mañana siguiente, solo el canto de los gorriones morunos, con su dulce melodía, acompañaba nuestro despertar, que tras un agradable desayuno en nuestro Hotel, nos preparaba para nuestra primera y tempranera salida de la mañana.

Matalascañas beachflamencoa ver

A las 8 estábamos en el centro de visitantes del Acebuche, a unos 10 minutos en coche del Rocío, en dirección hacia Matalascañas. Andrés nos hizo la reserva a nuestro nombre, y tan fácil fue llegar, como coger plaza en un autobús especial, que nos hizo un maravilloso y extenso recorrido de 4horas por la zona sur del Parque Nacional de Doñana, donde animales, aves, una playa virgen de 30 kilómetros, y una extensa fauna y flora, se ofrecen a nuestros ojos con inusitada fuerza y color.
El parque se nos muestra con toda su alegría y esplendor, haciéndonos sentir imprescindibles, en nuestra gestión a favor de un equilibrio sostenible, y del medio ambiente. Somos responsables de dicho equilibrio, junto con la sostenibilidad global de nuestro planeta, y Doñana sin duda, es el espejo donde mirarse.

Matalascañas beachflamencoa ver

Cansado pero feliz por la experiencia, me dirijo a la playa de Matalascañas,  situada a solo unos minutos del centro de visitantes del Acebuche, donde termina nuestra excursión. Allí  podré pasear tranquilamente por su paseo marítimo, y almorzar en alguno de sus restaurantes o chiringuitos.

Ya por la tarde, en el Hotel, y tras una provechosa siesta, Andrés me da tiempo libre para pasear santuariopor la aldea del Rocío, y visitar el santuario de la virgen, su museo rociero, y como no, aprovechar la ocasión para perderse por algunas de sus muchas callejuelas, llenas de tiendas de ropas, artículos rocieros, o souvenirs, entre otros.

Llega la noche, y nuestro anfitrión nos tiene preparada mesa y mantel en el Restaurante El toruño. Un reputado establecimiento ubicado junto al Hotel donde nos hospedamos, con diferentes salones, un restaurante con mirador a la marisma, y su terraza principal al aire libre, el lugar escogido en esta ocasión para mi deleite y disfrute.

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bNoche rociera en un ambiente único, rodeado de jinetes, y bajo el amparo de la luna, todo acompañado con la mejor gastronomía de Doñana, y caldos del condado. Sin duda la cena perfecta para culminar una jornada, “inolvidable”.

Amigos, que más se puede pedir, la noche toca a su fin, y aunque Andrés nos ofrece una última copa en alguno de los bares rocieros del entorno, este reportero sabe esperar a una mejor ocasión, pues mañana nos espera otra maravillosa jornada de experiencias nuevas, y enriquecedoras.

Y es así que llegó la mañana de domingo, esta vez sin madrugar, acompañado igualmente por el silencio de la marisma, y el canto adulador de los gorriones morunos.

Amigos, estaréis conmigo en que siempre, el desayuno es el mejor comienzo de cada día, pero si éste además se acompaña de tiempo y relax, ya nada puede salir mal.
Y así es que tras pegárseme las sábanas, amanezco bien tarde, y disfruto sin prisas, de un cálido y rico desayuno en el Toruño.

La mañana está servida, así que me desplazaré a visitar un par de lugares de interés que me ha recomendado Andrés, el palacio del Acebrón, y la Rocina.  Ambos distan a escasa distancia del Rocío, y sin duda merecerá la pena este recorrido, mezcla de cultura, historia, y naturaleza en Doñana.
Matalascañas beachflamencoa ver

Para la tarde Andrés me tiene preparada una grata sorpresa, así que sin saber nada, me dispongo a disfrutar del día, y dejar que Doñana se apodere de mi estrés, y que me de a cambio su espíritu, su quietud, y un mar de sensaciones para que se llene mi alma.

Mi fin de semana va tocando a su fin, y Andrés me espera esta tarde junto a un grupo de caballistas, para dar un paseo por Doñana a caballo, o en coche de caballo (como yo prefiera). Si amigos, imaginad, cabalgar por Doñana, adentrarse por sus marismas y senderos, conocer sus entrañas, sus parajes, su verdadero ser, y su alma.

caballosAquí todo recobra sentido, un recorrido por Doñana, donde el hombre en comunión con la naturaleza, siente realmente lo que es la libertad, y el deseo de conservar este paraíso que se nos dio.

Nuestros caballos retozan junto a la marisma, y un ir y venir de sensaciones nos acompañan en este maravilloso recorrido, que va tocando a su fin cuando la tarde noche se cierne sobre la marisma. Alborotados y cansados, llegamos al Hotel, donde amarramos nuestros caballos, y disfrutamos de una última copa antes pasar por la ducha, y acicalarnos para la cena, que en esta ocasión no pasará de una ensalada, y un pequeño sándwich en la habitación del Hotel.
otro posible atardecer en doñana

Todo es silencio, música, luz, olor, y color, todo eso y mucho más, es la mejor de mis recomendaciones para cualquiera de vosotros que se atreva a venir a Doñana, a dejarse atender por Andrés y su equipo de profesionales, que pondrán a vuestra disposición todo su buen saber y esmero, para haceros sentir como unos auténticos privilegiados.

Y aquí acaba mi fin de semana en la naturaleza, en el corazón de Doñana, en un lugar único e irrepetible, donde la mañana siguiente me despedirá de Andrés, y de su gente.

Adíos Toruño, adiós Andrés, adiós Doñana, prometo volver pronto….

Septiembre 2009