Rafting en Mendoza en los indómitos ríos de montaña

por | 17 de septiembre de 2010

Los caudalosos ríos mendocinos se prestan maravillosamente para la práctica del rafting y otros deportes acuáticos extremos, como el kayakismo o el torrentismo. Los ríos de Cuyo tienen la peculiaridad de originarse del deshielo de las altas montañas que componen la Cordillera de los Andes, por lo que tienden a presentar saltos y rápidos a lo largo de todo su recorrido. Los ríos mendocinos son muy codiciados por los expertos mundiales, pues presentan distintos grados de dificultad, tanto para aquellos que están dando sus primeros pasos en estas interesantes actividades, o desean realizarlas con sus familias, como para los más encumbrados expertos mundiales que sabrán encontrar en los rápidos cuyanos un desafío subyugante. Por esta razón, el rafting en Mendoza ha sabido encontrar su lugar en el panorama mundial de deportes extremos acuáticos.

Uno de los cursos de agua predilectos para la práctica del rafting es el río Atuel. Este río es un típico exponente de los ríos de montaña. Nace en la Cordillera de los Andes, a 3500 metros de altura, alimentado por el “Glaciar de las Lágrimas” en el Monte Sosneado, y a lo largo de sus 790 kilómetros recorre dos provincias argentinas: Mendoza y La Pampa. Atuel en mapuche, la lengua de los habitantes originarios de la región, significa “lamento”. Su caudal medio es de 35 metros por segundos. Este río alberga un dique contenedor en su tramo norte, el Rincón del Indio, en la localidad de San Rafael, y otro en su tramo medio, el Dique nivelador Negro Quemado, en General Alvear. A lo largo del cauce del río se establecieron gran cantidad de poblados que aprovecharon este vital elemento, y en muchos parajes del recorrido del río no solo es posible practicar rafting, sino también pesca deportiva, y otros deportes acuáticos en bellas locaciones.

En la práctica del rafting, el éxito no solo se basa en los conocimientos técnicos o el equipamiento que cada participante pueda llevar. Todo se trata de aprender a trabajar en grupo. Por lo general, las balsas o gomones llevan diez o doce entusiastas deportistas a bordo, quienes deberán coordinar sus esfuerzos para llevar el frágil gomón a buen término, sobre todo cuando se atraviesan los rápidos con sus “aguas blancas”, llamadas así por la espuma que presentan. En definitiva, el rafting en Mendoza ofrece valiosas lecciones no solo de supervivencia sino de trabajo coordinado en pos de una meta: permanecer a flote.

Javier Kravalosky
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