En Pisa para conocer una ciudad histórica

por | 10 de septiembre de 2010

Italia es un país multifacético, polarizado si se quiere. Históricamente, el norte desarrollado e industrial se contraponía al sur, más rural y menos avanzado tecnológicamente. Sin embargo, en los años recientes, especialmente luego de la Segunda Guerra, la tecnología y la industria, y no las agroindustrias, fueron las que llevaron a Italia a ser la séptima economía mundial. Pero esta faceta de desarrollo contrasta con la profunda y rica historia de Italia, cuna de la civilización occidental, y que ha dejado a lo largo de la historia una profunda impronta en el desarrollo cultural europeo. Qué mejor idea que comenzar por Pisa, capital de Toscana, una de las regiones más bellas de la tierra. Y hay un hotel en Pisa ideal por su ubicación privilegiada, bien cerca de los más importantes puntos turísticos de la zona: el AC Hotels en Pisa.

El AC Hotels está situado en el barrio de Cisanello, una emergente zona comercial de Pisa, que ha atravesado un gran desarrollo en los últimos años. Está cerca del aeropuerto Galileo Galilei, el más grande de la provincia, y cuenta con trasporte directo para sus huéspedes a la Piazza dei Miracoli, el sitio donde está emplazada la mundialmente famosa Torre inclinada de Pisa. Pisa tiene una particularidad en su suelo, y es que el mismo es bastante arenoso e inestable, por lo que esta no es la única torre inclinada de la ciudad. El suelo arenoso tiende a asentarse una vez que la construcción de los edificios ha sido concluida, por lo que los mismos se inclinan indefectiblemente.

La Piazza dei Miracoli es una de las atracciones de Pisa por la cual ningún visitante debería dejar de pasar cuando esté en la ciudad. Es, por definición, uno de los centros más importantes del arte y la cultura mundial, de gran importancia durante el Renacimiento. La Torre Inclinada no es ni más ni menos que el campanario de la Catedral de la Asunción de la Virgen, una imponente basílica que tiene cinco naves. La torre tiene alrededor de 55 metros de altura, un portento para la época, y data del año 1173. Durante muchos años, por peligro de derrumbe, estuvo cerrada al público, aunque en 2001, después de más de diez años de trabajo, se permitió nuevamente que sea visitada.

Javier Kravalosky
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