El arte de la caza, base de la civilización actual

por | 2 de junio de 2011

La caza es una de las actividades más antiguas de la humanidad; en efecto lo que ahora conocemos como una actividad deportiva y un arte, en sus comienzos estuvo íntimamente relacionada con la supervivencia, no solo entendida como la necesidad de alimentación para los incipientes colectivos humanos cuya vida giraba en torno a las migraciones de los animales y las estaciones del año, sino que también se considera como uno de los primeros atisbos de asociación y trabajo en equipo de los hombres y mujeres de antaño.

Esta teoría cobra fuerza si nos retrotraemos a la época de las cavernas, donde un claro ejemplo de esta asociatividad en la caza la podemos encontrar en las pinturas rupestres, como las de Altamira, las que han sido analizadas una y otra vez por especialistas de diversas disciplinas, dando diversas explicaciones ya sean religiosas, tribales, artísticas u otras a la representación figurativa de los que quedó plasmado en las rocas.

Pero también las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, si las analizamos desde el punto de vista de un cazador, son claro ejemplo de organización humana, en la que el trabajo en equipo y la planificación previa a la jornada eran tanto o más importantes que la cacería.

Cómo cazar, cual estrategia a seguir dependiendo de la presa que se pretende conseguir, la distribución de los cazadores y su emplazamiento en el terreno; estas actividades eran determinantes para el resultado de la jornada, que a diferencia de la actualidad iban a marcar la frontera entre la supervivencia o la extinción; un escenario bastante más duro que volver a casa al atardecer sin haber cobrado ninguna presa y saciar el hambre abriendo la nevera.

Pero no solo el cómo cazar de los antiguos humanos sentó las bases de la organización y el trabajo en equipo; ambos pilares fundamentales de la civilización moderna, donde la especialización de funciones encajadas en un organigrama ordena a las personas en sus distintos escenarios vitales, ya sean individuales, familiares o sociales. También en la caza y en sus incipientes estrategias de la antigüedad encontramos las bases de las estrategias de combate y lucha que se convirtieron en el arte de la guerra.