Definitivamente, cuando uno ve la televisión y contempla desde la comodidad de su asiento construcciones impresionantemente grandes, suele un momento escaparse un micro segundo para tratar de sentirse en el lugar. Muchas veces sin mucho éxito, porque las grandes y más geniales estructuras construidas por el hombre escapan muchas veces al alcance de nuestra imaginación.
Algo similar me pasó cuando, llegando a Sevilla, en España, pensé en que era una buena opción para hacer turismo el alquiler de coches en Sevilla. Gracias a Dios, no me equivoqué y pude recorrer la Ruta de la Plata, en la que pude observar y hacerme parte de lo que nos dejaron como legado cultural los romanos, los árabes y los cristianos. Es magnífico ver cómo en un solo recorrido puedes vivir tantas experiencias juntas.
Más tarde, en el hotel, unos amigos, turistas también, pensaron que sería genial visitar Tenerife. Y, bueno, puesto que no conocía España, me pareció una estupenda idea ir con ellos que sí conocían algo más que yo este país. Pensé, en mi ignorancia, en llevarlos en mi recién alquilado coche, pero ellos me respondieron, entre risas, que la única forma de llegar allá era con un avión.
Tomamos el avión y llegamos al aeropuerto Sur de Tenerife; y una vez ahí, lo mejor que pudimos pensar fue en el alquiler de coches Tenerife para recorrer la isla y contemplar sus atractivos con la mejor disposición que quisiéramos; pues desde que llegamos, Arona y Adeje nos prometían una visita que iba a valer la pena. Y ¿quieren que les diga la verdad? Me pareció una experiencia muy relajante, por todo el paisaje natural y exótico de aquel lugar; pero además porque existen construcciones como el Auditorio de Tenerife que resaltan por su estética. Es, prácticamente, arte que se regala a la vista del turista. Y lo mejor de todo es que mirar es gratis.