Aplicación de la LISMI

por | 20 de septiembre de 2010

La LISMI es la Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración Social de Minusválidos, que establece para las empresas públicas y privadas que empleen a más de 50 trabajadores, la obligación de contratar a un número de personas con discapacidad no inferior al 2% de la plantilla. En el caso de que una empresa no pueda incorporar el cupo del 2% de personas con discapacidad existen medidas alternativas que facilitan a estas empresas el cumplimiento de la ley.

Hay empresas sin ánimo de lucro que trabajan con  personas con minusvalía, trabajando en pro de la integración laboral de las personas con discapacidad. Este tipo de empresas, difunden sus propuestas de colaboración entre empresas para facilitarles la integración de las personas con alguna discapacidad a la vez que ayudando al cumplimiento de la ley.

Estos centros especiales de empleo ofrecen muchas posibilidades a las instituciones y a otras empresas. Las posibilidades que se ofrecen van desde la jardinería, hostelería, imprenta online barata, call center, telemarketing, buzoneo, mailing….

Aquellas empresas que se acojan a las medidas alternativas establecidas en la ley para el cumplimiento de la misma, podrán acceder a información concreta sobre los proyectos de inserción laboral de personas con discapacidad que pueden financiar, y sobre los productos que pueden adquirir y los servicios que pueden contratar a centros especiales de empleo en los que trabajan personas con discapacidad.

Es importante concienciar a profesionales y empresarios para que estén al tanto de las capacidades de estos trabajadores, la obligación legal de contratación de la Lismi, las adaptaciones necesarias, las subvenciones existentes, etc. La necesidad que desde las Administraciones se fomente la implantación de cursos, módulos y especialidades destinadas a las personas con discapacidad.

En general, la información sobre acción social es para la mayoría de las empresas españolas un área marginal, sin una estrategia documentada y, por tanto, sin objetivos ni indicadores definidos a medio plazo. Además, las empresas tampoco aportan datos ni de inversión ni de impacto.

Algunos estudios  muestran también que la acción social es el contenido menos importante para los presidentes de las grandes empresas, ya que sólo en la mitad de las compañías estudiadas  su presidente hace alguna referencia a esta materia en la carta que presenta la memoria anual de la compañía.