“De aquí al 2011 se producirá un gran terremoto en la zona central del país. Y no es una probabilidad, esto va a ocurrir y Chile no se encuentra cien por ciento preparado para esto”, afirmó hace algunos años a EMOL Jaime Campos, sismólogo de la U. de Chile.
Dicho y hecho. El 27 de febrero pasado a las 3:34 AM, un terremoto grado 8,8 en la escala de Richter, seguido de un maremoto, sacudieron a todo el centro y sur de Chile, dejando a miles de damnificados, cientos de fallecidos y muchos más desaparecidos.
La Isla Robinson Crusoe, pese a no sentir el sismo, fue azotada por las marejadas que destruyeron parte de su único poblado, San Juan Bautista. El mar dejó a 5 fallecidos y a 11 desaparecidos.
El panorama no fue muy distinto en Pichilemu. Este balneario, concurrido principalmente por los amantes del surf, fue víctima de un tsunami que arrasó con parte del pueblo. En Santa Cruz, perteneciente al Valle de Colchagua, el terremoto arrasó con el centro de la ciudad, y destruyó viviendas antiguas e iglesias de gran valor arquitectónico y cultural.
Muchas otras ciudades y poblados de la sexta y séptima región fueron dramáticamente afectados por el terremoto y tsunami. Hoy Chile se encuentra ayudando para reconstruir poco a poco todos los daños que ha producido este gran movimiento telúrico, para que más temprano que tarde vuelva a ser todo como antes.
Chile, país sísmico
Chile se encuentra dentro del Cordón de Fuego del Pacífico, donde convergen las placas de Nazca y Sudamericana. Es una de las zonas con mayor actividad sísmica del planeta. “Alrededor del 45% de la energía liberada producto de terremotos corresponde a Chile. Es casi la mitad del total de la energía liberada en todo el mundo”, cuenta Juan Cayupi, jefe de turno de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI).