Hace algunos años atrás, el Minimalismo era la tendencia más abarcadora en diseño de interiores, sin embargo, el nombre cesó de repetirse constantemente. Esto no significó que el Minimalismo dejase de existir como tendencia, pero que como tal, se amenguó. Por eso hablar de Minimalismo ya no es tan -para utilizar una categoría filosófico-existencial– cool.
No obstante, el Minimalismo sigue con nosotros. Tal vez no lo escuchemos nombrar tan frecuentemente como antes porque el tiempo pasa y es imperativo crear nuevos –ismos, pero lo que el Minimalismo representa es todavía, contemporáneo y actual. Abajo están algunas de sus características:
-Abstracción
-Economía de lenguaje y medios
-Austeridad y falta de ornamentación
-Purismo estructural y funcional
-Orden
-Geometría rectilínea
-Desmaterialización
-Precisión en los acabados
-Síntesis y reduccionismo.
Probablemente, la principal razón aducida para atenuar al Minimalismo haya sido el considerarlo algo frío, y si esto ha ocurrido es porque este ismo parece ser el exacto opuesto del arte barroco: ambos son extremos.
La emergencia de esta tendencia en diseño de interiores tiene, al menos, una explicación simplísima: lo primero que se ve al salir de la casa son edificios, autos, publicidades, miles de personas, todos con diversidad de tamaños, colores y formas. La respuesta a este caos es el Minimalismo: orden, austeridad, simplicidad y purismo estético. Sin embargo, muchos prefieren volver a un hogar “acogedor” (en contraposición a la geometrización radical de espacio), y eso es también perfectamente lógico.
Los muebles de vidrio transparente pueden ser el mejor aliado cuando se intenta lograr un estilo Minimalista –y el mejor amigo del hombre cuando se trata de optimizar los espacios en habitaciones estrechas: la transparencia del vidrio crea la gran ilusión de desmaterialización. Una mesa de vidrio transparente no resulta invasiva, sino sugestiva y sutil.
En el mismo orden de cosas, los muebles de vidrio de color son ideales para generar otro efecto: el reflejo espejado; sobre todo en una mesa negra o roja.
¿Podríamos concebir un mueble donde dos opuestos del diseño (Minimalismo y Barroco) se toquen? Si la pregunta a esta repuesta es sí, entonces una combinación de materiales es imprescindible. En este caso la mesa de centro Dragón de MueblesParaMi.com, que combina vidrio (material de la modernidad) y madera (básico, clásico y tradicional), expresa la posibilidad de tal combinación.
Desde luego, esta pieza no puede ser considerada Minimalista en lo absoluto, ni mucho menos barroca –a pesar de los detalles de las piezas que unen la base de madera con la parte superior de la mesa- ni de estilo oriental. El único término que puedo encontrar para describir esta pieza –pieza que parece resistirse a toda categorización- es la de híbrido. Muchos asociarán rápidamente esta palabra con la biología, la biogenética, etc, sin embargo, este término es también utilizado en literatura.
La crónica de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca (Jerez de la Frontera, 1507 – Sevilla, 1559), Naufragios, es ahora estudiado por la literatura y considerado un híbrido. No es sorpresa que este texto que pertenecía a los dominios de la historia haya sido literaturizado. Es que el desafío de esta clase de textos que se enmarcan en la denominación genérica de “Crónicas de Indias” fue encontrar la forma de narrar algo absolutamente nuevo, sin precedentes en modelos ni en códigos literarios.
Si en el Siglo de Oro español “libar” de las fuentes clásicas y prestigiosas era lo primordial –después lo primordial sería la originalidad de la obra, pero más adelante la presencia de fuentes literarias en la obra sería revalorizada, bajo el concepto de intertextualidad; como lo utilizaría en sus ficciones, para mencionar otro escritor de la península, un gran conocedor de la crítica literaria: Juan Goytisolo– entonces el único modelo literario a la altura de la circunstancia sería el de La Odisea homérica, así lo hizo Cristóbal Colón, al escribir su diario y afirmar haber visto una criatura mitológica en su paso por las Islas del Caribe.
La riqueza híbrida de la relación Naufragios residiría no en la fuente clásica sino en el hecho de que en primer lugar, este texto fue escrito para presentar ante el tribunal que habría de juzgar el gran fracaso de la expedición de Pánfilo de Narváez, entonces hay una intención retórica: Álvar no es el responsable del fracaso. Es lo que nota Silvia Molloy cuando dice que “tomar el leme” (“…así, yo tomé el leme.”, dice Cabeza de Vaca) es el momento simbólico donde Álvar se hace responsable, es cuando él se convierte en el centro del texto y “lo autoriza”. La mezcla híbrida entre documento oficial, la presencia de la historia y de la historiografía medieval, la vertiente autobiográfica, la importancia evangelizadora del yo y el ritmo expostivo del diario -que crea la ilusión de simultaneidad-, es lo que hace de este texto un híbrido, además de las oscilaciones en las posturas identitarias del narrador.
El valor de los híbridos es inmenso, y resultan interesantísimos, porque representan un desafío para los que quieren estudiarlo, debiendo rastrear los componentes de base y determinar cual es el efecto que la combinación de modelos, códigos e intertextos produce.
Nos tomaremos la libertad de denominar a esta mesa de centro como híbrido. Y para los ávidos de nuevos –ismos vamos a clasificar este estilo como hibridismo. Désele el nombre que se le de, esta es una mesa de café para que los amantes de los objetos raros la tengan en cuenta.