La imagen corporal y la cirugía bariátrica

por | 14 de agosto de 2009

La definición cultural de belleza a cambiado a lo largo de la épocas, resulta claro al observar esculturas y antiguas obras de arte, nuestra época no es la excepción, aun más, en la actualidad no solo la imposición de un estereotipo de belleza es sumamente rígida, si no también se ha homogeneizado o globalizado, sin importar raza, sexo, etc. Los mensajes del exterior en cuanto a belleza se trata demandan figuras jóvenes y esbeltas, sin tener conciencia de las fuertes repercusiones emocionales que esto tiene sobre la vida emocional de las personas, hombres y mujeres por igual.
Debido a las grandes cargas emocionales y sociales, la imagen corporal está fuertemente ligada a la autoestima. Sin embargo, muchos caemos en el error de creer que una imagen corporal favorable significa encajar en el estándar de belleza actual, cuando en realidad la esta se define como la percepción y el grado de satisfacción con el propio aspecto físico.
Cuando la imagen corporal esta lastimada o devaluada, y por consecuencia el autoestima de la persona, el trabajo del psicólogo será iniciar un proceso de “reconciliación” y aceptación, rescatando las pautas positivas, comenzando por ayudar al paciente a crear juicios de valor realistas.
Al hablar a favor de la cirugía bariátrica como el método más eficaz en el tratamiento de la obesidad mórbida principalmente hablamos de los beneficios para la salud, sin embargo no podemos dejar de lado las implicaciones emocionales resultado de la cirugía y sus resultados, sobre todo en lo que de imagen corporal se trata.
Durante el proceso inicial posterior a la cirugía, el que el paciente puede experimentar los síntomas psicológicos propios de la personas que se percibe como un “enfermo” por haber pasado por un quirófano (esto dependiendo del tipo de cirugía), puede sentir temor, aprensión, ansiedad, temores, dudas, e incluso arrepentimiento. Sin embargo una vez superada la etapa inicial, normalmente los pacientes comienzan a tener respuestas emocionales favorables a su nuevo estilo de vida.
Una vez superada esta etapa, la siguiente está cargada de emociones que facilitan la repuesta del paciente al tratamiento, tanto médico, como psicológico, los pacientes entran en una etapa de euforia y esperanza respecto a los cambios que traerá la cirugía.
Muchas personas con obesidad tienen una fijación particular con las básculas y las medidas corporales, y generalizan su desagrado con su peso a otras áreas de su vida emocional y social, uno de los pasos importantes en el trabajo con la autoimagen corporal es eliminar las distorsiones generalizadas respecto a su aspecto, haciendo un inventario corporal en el que el paciente identifique las zonas de su cuerpo que más le desagradan, pero a su vez reconozca que hay aspectos de su físico que si le agradan. El paciente asignara una calificación realista a cada zona de su cuerpo, esto a su vez le permitirá observar objetivamente los progresos posteriores a la cirugía.
Además el psicólogo reforzará la motivación e ideará de mutuo acuerdo con el paciente, un plan de contingencia, en caso de recaídas, ataques de ansiedad y trabajará con la percepción de la imagen corporal.

La obesidad como mecanismo de defensa.
Es importante señalar que en algunos casos se ha observado que la obesidad es una barrera social y emocional del paciente hacia el entorno, la premisa básica es “si nadie se me acerca, nadie me lastimará”. Muchas mujeres que han tenido experiencias negativas con el sexo opuesto o que incluso han sufrido de maltrato físico, se auto imponen una barrera de protección, además de que un cuerpo grande y fornido les da la sensación de fuerza contra la agresión física.
Muchas personas con obesidad no son conscientes de dicha barrera, incluso se proyectan como personas sociables y accesibles, sin embargo sus relaciones son poco profundas y le es difícil consolidar compromisos serios.
Sin embargo, sobre todo cuando el problema de obesidad se viene presentado por un largo tiempo, se va a “acomodando” en el sistema familiar y emocional del paciente, cumpliendo con alguna función, ya sea, como ya lo mencionaba antes, como defensa emocional o como síntoma de algún conflicto psicológico o familiar.
Por ello es importante una reflexión profunda guiada por el psicólogo, las preguntas centrales serían, ¿Qué función cumple en mi vida (y en la de los que me rodean) mi problema de obesidad?, ¿Qué cambios habría en mi vida si ya no existiera el problema?, ¿A qué cosas nuevas tendría que enfrentarme?
Estas, y otra preguntas ayudaran al paciente, no solo a darse cuenta de algunos factores que han mantenido su problema, si no a proyectarse hacia un futuro sano, en el que el problema de la obesidad está controlado, ayudándolo a plantearse metas y a visualizar su proceso de reducción de peso, con lo que será más sencillo idear un plan de intervención para que logre adaptarse satisfactoriamente a su nueva imagen corporal.
Un saludo,
Ana Isabel Guillen
http://www.adios-obesidad.com/Lap-Band-Mexico.aspx

Acerca del autor:
Ana Guillen es Licenciada en Psicología egresada de la Escuela Libre de Psicología A. C., especialista en el tratamiento de los trastornos de la alimentación y el tratamiento psicologico del paciente con obesidad.